Argentina: A las plazas, a las calles a rebelarnos contra la mentira

 

La cultura es el ejercicio profundo de la identidad”, dijo el escritor Julio Cortázar. Por estos días, hace 40 años, una acción planificada en lo político, militar y económico irrumpía, con las manos ensangrentadas de militares y civiles cómplices, en cada rincón del Estado argentino para implementar un plan de entrega y sumisión a los EE.UU. El más cruel y voraz que se tenga memoria.

Algunos que hemos adoptado cierta adicción a la memoria no olvidamos que el golpe, los asesinatos de amigos y compañeros comenzaron antes del 24 de marzo de 1976, con la Triple A, con sus soldados de muerte y crueldad. Organizada, preparada y con el visto buenos de los Estados Unidos.

Porque la adicción a la memoria nos lleva  a conocer que siempre existió en nuestro país, en los países hermanos, y en gran parte del mundo, una forma de sistema que sólo se impone a sangre y fuego: el capitalista.

Si la cultura es el ejercicio de la identidad, como nos dice Cortázar, la memoria es la vanguardia y retaguardia de nuestras acciones. Si la perdemos, perdemos el sentido de la existencia.

Si la cultivamos, se le hará más complejo el accionar a quienes buscan distorsionar la historia, nuestra historia. La de quienes no dejamos en una letrina el sentido de la lucha por un mundo mejor.

En los últimos tiempos (décadas, años, días o hace apenas unas horas) la tarea más extraordinaria que se dio y da el poder real, es borrar los signos de la memoria que están ligados a las conquistas sociales. Los signos de la memoria que están relacionados a los triunfos colectivos.

La tarea de semiólogos, sociólogos e investigadores sociales que trabajan para los centros del poder  tienen en los grandes medios de comunicación sus nuevas armas de guerra. Desde allí se busca fragmentar, atomizar, confundir, distraer, manipular, discriminar o fulminar con misiles que apunten al corazón de organizaciones políticas populares, dirigentes de movimientos sociales y hombres y mujeres que se oponen a la vuelta de un esquema político-social, idéntico (vaya …¿Coincidencia?) , al que instaló Alfredo Martinez de Hoz, en 1976.

Por eso, hoy, mañana y los años por venir la memoria MUEVE, por dentro de uno, y por fuera.

Por eso nos cruzaremos en el mar de miles de miles de memoriosos que colmarán plazas y calles, aulas y clubes de barrio, estadios y casas, que han decidido nada más y nada menos: No Olvidar.

PD: Me permito, justamente, por la adicción a la memoria, recordar a a miles de compañeros, a todos y todas que hoy no están. Y entre ellos a mis compañeros de lucha Guillermo Rigni y “Cholito Rión”, del barrio San José, Temperley. Que murieron torturados en “El Campito”, que se la aguantaron. Y por esa inmensidad impensable de soportar tanto dolor, hoy puedo escribir ésta líneas.

Por: Héctor Sosa
Editor de La Nave de la Comunicación, Capacitador en construcción de medios propios, periodista.

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